LAURA MECA | CANDYLAND (26/01-26/02/2013)
Hay épocas en las que la inocencia o la autenticidad son un lujo casi
inalcanzable, y esta que estamos viviendo es –sin duda- una de ellas. La
figura de los artistas está en un absoluto juego de equilibrio que les
convierte en ocasiones en un convidado de piedra que asiste a un voraz
banquete de artificios generados por el mercado del arte. Por eso, aún
más, sorprende la sinceridad de la obra de Laura Meca.
Personalmente tengo la fortuna de haberla visto crecer plásticamente.
Asistí como su profesora de dibujo clásico a la (dramática) primera vez
que sujetó un carboncillo en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla y no
puedo más que admirar el camino que ha recorrido en apenas cinco años.
No sólo técnica sino también conceptualmente.
Recrear a su sociedad, o a cada uno de nosotros individualmente, a
través de elementos tan simples, cotidianos y dulces como son las
chucherías es todo un acierto. En realidad, jamás como ahora nos han
tratado a todos como unas meras “gominolas”: blandas, seriadas,
efímeras, maleables, llenas de una felicidad forzosa que no alimenta -a
pesar de su vertiginoso dulzor-. Ellas nos recuerdan que estamos
viviendo lo poco que nos queda del espejismo. En especial con la serie
Asfixia, donde nos muestra estos elementos conservados y encerrados en
bolsas de plástico transparente listos para ser transportados y
consumidos en cualquier lugar; en esas bolsas Meca nos retrata a cada
uno de nosotros. Hoy más que nunca. La actualidad de sus series es tal
que no hay más que disfrutar de la reflexión evidente que hace
referencia de la omnipresente (y sufrida en ocasiones) economía
cotidiana a través de la serie Mis ahorros.
En sus propias palabras,
con respecto a su obsesión plástica con las chucherías la propia la
autora comenta “empezó cuando me di cuenta que estas tenían los mismos
colores que yo solía usar para pintar cualquier cosa, desde un desnudo
hasta un bodegón”. Confiesa que en un primer momento realizó
composiciones simétricas pero –poco a poco- “han ido desordenándose”. Es
evidente, no podía ser de otro modo. Son malos tiempos para el orden
establecido, los vientos que predominan parecen estar más ligados al
caos y la incertidumbre. Hasta el dios griego Dioniso debe estar
melancólico al ver que se termina la fiesta. Meca también lo sabe, por
eso la artista nos invita irónicamente a distraernos con su serie
Diviértete que sigue una estética muy pop que recuerda la capitalista
imaginería estadounidense del ocio, algo así como si Hopper se hubiera
vuelto divertido.
En realidad sus obras no son chucherías sino
cebollas (en el sentido semántico que dio Barthes a los textos), unas
cebollas llenas de capas sucesivas de significado. Por ello, y aunque la
fiesta se acabe, si quieren dejar de distraerse... bienvenidos a
Candyland.
Marisa Vadillo